El agua utilizada en la preparación de mezclas con agroquímicos juega un papel determinante en la eficacia de los tratamientos aplicados en el campo. Dos factores clave que deben controlarse son el pH y la dureza del agua. Estos parámetros influyen directamente en la estabilidad, solubilidad y absorción de los productos fitosanitarios.
1. Mejorar la efectividad de los agroquímicos
- pH: Muchos agroquímicos son más efectivos dentro de un rango de pH entre 5 y 6. Un pH demasiado alto (alcalino) puede provocar la degradación de los ingredientes activos, haciendo que el producto pierda su efectividad.
- Dureza: Las sales de calcio y magnesio presentes en el agua dura pueden formar complejos con los ingredientes activos, disminuyendo su disponibilidad y reduciendo el impacto del tratamiento.
2. Evitar la precipitación de productos
- Un agua con alta dureza puede provocar que los agroquímicos precipiten en forma de sólidos, afectando la homogeneidad de la mezcla y dañando el equipo de aspersión.
- Un pH inadecuado también puede inducir la precipitación o transformación química de ciertos productos, especialmente fungicidas y herbicidas, volviéndolos menos activos.
3. Optimizar la formulación de los productos
Muchos productos están formulados para ser aplicados bajo condiciones específicas de pH y dureza. Ajustar el agua asegura que el producto conserve su forma activa, mejorando su acción sobre plagas, enfermedades o malezas.
4. Minimizar el impacto ambiental
Un pH y dureza adecuados reducen los riesgos de toxicidad para el cultivo y para organismos no objetivo. Además, ayudan a que los productos se degraden de manera más controlada, evitando la contaminación del ambiente.
5. Lograr una mejor distribución de la mezcla
Ajustar el pH y la dureza mejora la calidad de la mezcla y su distribución sobre el cultivo, logrando una cobertura más uniforme y eficiente, y reduciendo la necesidad de repetir aplicaciones.
En resumen:
Controlar el pH y la dureza del agua en la preparación de agroquímicos es una práctica esencial para maximizar los resultados, proteger los equipos, evitar desperdicios y contribuir a una agricultura más sostenible.
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